La preocupación por la imagen corporal entre los hombres es cada vez más común y puede tener un grave impacto en la salud mental. Y se estima que uno de cada diez hombres jóvenes que van al gimnasio en el Reino Unido, estas preocupaciones sobre la imagen corporal pueden dar lugar a una condición de salud mental conocida como dismorfia muscular.
Aunque los investigadores apenas están comenzando a comprender las complejidades de la condición, parece que los hombres jóvenes están siendo afectados por ella a un ritmo mayor en comparación con otras poblaciones. Se cree que hay muchas razones para ello, pero los investigadores han descubierto que la presión de los medios de comunicación y de las redes sociales, junto con las ideas cambiantes de la masculinidad, pueden ser las principales causas.
A veces se denomina «bigorexia» o «anorexia inversa», y las personas con dismorfia muscular creen que su cuerpo es demasiado pequeño, delgado o insuficientemente musculado, aunque lo cierto sea lo contrario. Esta visión distorsionada provoca una preocupación por volverse demasiado musculoso y delgado, lo que a menudo conduce al desarrollo de hábitos peligrosos, como el entrenamiento con pesas excesivo, las dietas restrictivas y el uso de sustancias como los esteroides anabolizantes. También puede provocar ansiedad y depresión y puede afectar a su vida diaria.
Pero actualmente diagnosticar la dismorfia muscular sigue siendo difícil. Aunque existen varias encuestas de autoinforme para ayudar a los médicos a diagnosticar a los pacientes, estas encuestas sólo evalúan los síntomas relacionados (como el deseo de tener más músculos o los problemas de imagen corporal) en lugar de ofrecer un diagnóstico sólido.
El diagnóstico también depende de que los pacientes cumplan una serie de criterios específicos, como tener una preocupación por ser delgado y musculoso, levantar peso en exceso y hacer dieta. Pero como se utilizan tantos métodos diferentes para diagnosticar la dismorfia muscular, esto puede dificultar la comprensión total de la enfermedad.
Sin embargo, en general, la mayoría de los expertos coinciden en que las personas con dismorfia muscular tienden a consumir esteroides, presentan síntomas de trastornos alimentarios (como hábitos compulsivos de ejercicio y alimentación) y una mayor insatisfacción corporal, normalmente con su aspecto general, su peso y su musculatura.
Las personas con dismorfia muscular también tienden a tener una menor autoestima, mayores niveles de ansiedad cuando se expone su físico, mayores índices de depresión y comportamientos obsesivos compulsivos hacia el ejercicio y la dieta. Por ejemplo, las personas pueden priorizar el entrenamiento sobre el trabajo o las actividades sociales, o comer estrictamente cada tres horas para asegurar la ganancia de músculo. Y si estos comportamientos se ven alterados, provocan ansiedad y trastornos emocionales.
La dismorfia muscular suele afectar a hombres de entre 20 y 30 años, aunque la edad media de aparición es de 19 años. La investigación sugiere que es más común en las comunidades de levantamiento de pesas y culturismo.
Sin embargo, la investigación también muestra que casi el 6% de los estudiantes estadounidenses lo tienen. Otro estudio descubrió que el 4,2% de las mujeres y el 12,7% de los hombres del ejército estadounidense tienen dismorfia muscular. Así que, aunque parece afectar predominantemente a los hombres jóvenes, la investigación sobre su prevalencia en otras poblaciones es limitada.
El cuerpo «ideal»
Hay muchas razones por las que una persona puede desarrollar dismorfia muscular, y es única para cada persona. Sin embargo, las investigaciones sugieren que los medios de comunicación (y las redes sociales), así como la presión de la familia y los amigos, son causas probables.
Por ejemplo, las representaciones de los hombres en los medios de comunicación a lo largo del tiempo se han vuelto más musculosas. En concreto, a lo largo de varias décadas los modelos masculinos de las revistas se han vuelto significativamente más grandes y delgados. Incluso las figuras de acción masculinas han cambiado con el tiempo, volviéndose irrealmente musculosas.
La dismorfia muscular está vinculada a la creencia de que un físico musculoso es el ideal. Así que estar expuesto a estas imágenes e ideales en los medios de comunicación puede causar preocupación y una visión distorsionada del propio cuerpo. Los estudios también muestran que el uso de las redes sociales está directamente relacionado con la idolatría de la musculatura en los jóvenes. Ver imágenes de personas en forma en las redes sociales también predice una fijación con ser más musculoso.
La opinión de que ser musculoso es valioso se aprende normalmente de los amigos y la familia, y la presión para ser musculoso puede venir en forma de comparaciones o comentarios sobre la apariencia de los seres queridos. Las investigaciones demuestran que algunos hombres incluso buscan un físico musculoso para hacer frente al acoso y la emasculación por parte de sus familiares y parejas románticas.
Algunos investigadores también creen que la llamada «crisis masculina» puede estar contribuyendo al aumento de los casos de dismorfia muscular. Esto refleja la creencia de que hay menos oportunidades para que los hombres afirmen su masculinidad a través del trabajo manual e industrial. Esto puede hacer que algunos hombres se sientan amenazados y castrados.
Como resultado, los hombres han aprendido a utilizar un físico musculoso para mostrar visualmente su masculinidad. Cada vez más, la masculinidad en la cultura moderna representa no lo que haces, sino cómo te ves. Por lo tanto, el valor que la sociedad ha otorgado a la musculatura puede explicar por qué la dismorfia muscular es más común en los hombres.
Dado que la dismorfia muscular está potencialmente infradeclarada, no podemos saber con exactitud lo común que es. En cambio, sólo podemos especular basándonos en la limitada evidencia que tenemos. La incertidumbre se debe, en parte, a la falta de coherencia de las herramientas de diagnóstico y a la idea de que es un tabú que los hombres se preocupen por su aspecto o por compartir sus sentimientos.
Se han realizado pocas investigaciones sobre las opciones de tratamiento de la dismorfia muscular, pero una revisión sugiere que la terapia cognitivo-conductual, la reestructuración del pensamiento (una técnica que ayuda a las personas a comprender y cuestionar sus pensamientos, sentimientos y creencias) y la terapia familiar podrían ser beneficiosas.
Dado que las experiencias internas son difíciles de cambiar, la gente sufre con la condición a largo plazo. Pero dado que la afección es similar al trastorno dismórfico corporal, que hace que las personas se obsesionen con los defectos percibidos en su apariencia de forma más general, los investigadores podrían tener ya soluciones potenciales prometedoras para ayudar a gestionar las emociones y los síntomas asociados a la dismorfia muscular.