«La metrópolis y la vida mental», de Georg Simmel, introduce el concepto de ‘actitud insensible’ al esbozar los diferentes factores dentro de las sociedades metropolitanas y rurales que repercuten en el modo de vida de un individuo. Simmel aborda la diferencia en la intensidad de los estímulos que recibe un individuo entre la metrópolis y las zonas rurales. Georg Simmel afirma que «la persona de la metrópoli, para protegerse de los embates de los estímulos y las perturbaciones, adopta por necesidad un enfoque intelectualizado de la vida» (p. 267). En la metrópolis, el nivel de intensidad de los estímulos y las perturbaciones es muy alto, por lo que al individuo le resulta imposible absorber y reaccionar ante todos y cada uno de los acontecimientos que se producen a su alrededor. Por lo tanto, una persona metropolitana desarrolla una actitud insensible, que protege al individuo de verse abrumado por la alta intensidad de las perturbaciones de la sociedad. Así, la vida mental de la persona metropolitana consiste en «la multiplicidad de la vida económica, laboral y social» (p. 269). Simmel sugiere que el dinero y los aspectos económicos de la vida metropolitana influyen aún más en que el individuo desarrolle la «actitud insensible».
La principal diferencia entre la metrópolis y la vida rural es la economía del dinero. Según Simmel, el flujo y el intercambio de dinero dentro de la metrópolis son abundantes y que la «economía monetaria y la dominación del intelecto están en la más estrecha relación entre sí» (p. 270). Además, la economía del dinero en la vida de una persona de la metrópoli desempeña un papel clave en las interacciones con otras personas dentro de la sociedad, ya que el valor de cambio del dinero puede pesar mucho más que el valor emocional con un encuentro con otro individuo, haciendo así una relación basada en valores cuantitativos. Como sugiere Simmel, las relaciones emocionales entre individuos se basan en su individualidad y las relaciones intelectuales se tratan por su objetividad (p. 270). Los individuos de la sociedad metropolitana pueden no compartir sus valores emocionales con todos los demás individuos con los que se encuentran en su vida diaria.
Aplicando el concepto a mi vida diaria, puedo ver que todos y cada uno de los individuos de nuestra sociedad se han adaptado a su entorno alternando sus puntos de vista y perspectivas sobre los acontecimientos que ocurren. En relación con el concepto de Simmel, puedo ver que cada individuo se esfuerza por proteger su vida interior contra la «dominación de la metrópolis» haciendo interacciones «significativas» con un propósito distinto en cada encuentro con otros individuos. Así, los individuos de nuestra sociedad no comparten los mismos valores y puntos de vista. Todos tienen valores diferentes que desean, lo que hace que todos y cada uno de nosotros seamos distintos.