Salazar: El dictador olvidado

El dictador del siglo XX

5 ago, 2020 – 4 min read

António de Oliveira Salazar, ex presidente en funciones de Portugal

Cuando se habla de las dictaduras europeas del siglo XX, se ha convertido casi en un tópico referirse a Hitler, Mussolini y Stalin. Pero Europa occidental ha conocido otra dictadura que, aunque no ha tenido el mismo impacto que las otras tres, ha afectado en gran medida a la evolución de Portugal.

António de Oliveira Salazar

Nacido en 1889 en el Portugal rural, en el seno de una familia relativamente acomodada, el joven Salazar asistió al seminario católico y coqueteó con la idea de ingresar en el clero, pero cambió de opinión y siguió la carrera de Derecho en la Universidad de Coimbra. Su implicación en la política nació de las concepciones fuertemente impregnadas de catolicismo, en el contexto de la corriente anticlerical promovida por la Primera República Portuguesa (1910-1926). Entró oficialmente en política a principios de la década de 1920 en el seno del Partido Católico, pero al principio se dedicó más a su carrera de profesor de Derecho.

António de Oliveira Salazar fue primer ministro de Portugal de 1932 a 1968. Es el fundador de lo que llamó el «Nuevo Estado», un régimen autoritario de derechas que gobernó el país hasta 1974. El régimen se oponía no sólo al comunismo y al socialismo, sino también al liberalismo. El «Nuevo Estado» se basaba en principios conservadores, nacionalistas y, por último, clericales. Salazar debía construir un imperio a partir de Portugal que fuera una verdadera fuente de civilización y estabilidad para las posesiones en África y Asia.

Después del golpe de estado de 1926 que acabó con la primera república, entró en el gobierno como ministro de finanzas durante el régimen llamado Ditadura Nacional, iniciado por el presidente Carmona en 1928. En 1932 se convirtió en primer ministro y al tener la imagen de un ministro honesto y muy eficiente, gozó del apoyo tanto del presidente como de muchas facciones políticas, de las cuales los conservadores católicos fueron los más fieles a él.

El «Nuevo Estado»

El propio término elegido para el nombre del nuevo régimen hace referencia a los principios básicos de las ideologías totalitarias del siglo XX. Al igual que el fascismo, el nazismo o el comunismo, la concepción de Salazar se basaba en la idea del cambio total, de la construcción de un nuevo Estado e, implícitamente, del hombre nuevo, para promover una serie de valores considerados absolutos.

En 1933, Salazar introdujo una nueva constitución que le otorgaba poderes mucho más amplios, permitiéndole establecer un régimen autoritario y antiparlamentario. Aunque de derechas, su régimen se diferencia del alemán o del italiano por su falta de liderazgo carismático, principio expansionista, estructura de partido único y cierta moderación en el uso de la violencia.

El general Delgado fue recibido por unas 400.000 personas en Oporto en 1958, en uno de los mayores mítines políticos de Portugal

Un lugar muy importante en la teoría en la que se basaba el Nuevo Estado lo ocupaba el tradicionalismo católico de Salazar. Creían en la necesidad de controlar la modernización económica del país para defender los valores religiosos y rurales del país.

Una de las muchas críticas a su régimen es que no prestó ninguna atención a la educación. En aquella época, Portugal era un país con un nivel de alfabetización muy bajo, y el gobierno tomó muy pocas medidas para mejorarlo.

Como en cualquier régimen autoritario, un papel importante lo desempeñó la policía secreta llamada PVDE (Polícia de Vigilância e de Defesa do Estado). Fundada en 1933 según el modelo alemán de la Gestapo, se convirtió más tarde en la PIDE (Polícia Internacional), y era la principal fuerza por la que se enviaban a los presos políticos (comunistas, personas involucradas en los movimientos de liberación en las colonias africanas, etc.).

Relaciones con Europa

A pesar de las similitudes con el Tercer Reich, la mayor de las cuales era el desprecio al comunismo. Las relaciones de Portugal con Alemania se debilitaron. Tanto Salazar como la opinión pública portuguesa no confiaban en Hitler. Durante la guerra, el país se mantuvo neutral, pero basándose en una antigua alianza con Inglaterra, se vio obligado a proporcionar ayuda a Gran Bretaña, por lo que permitió a los aliados establecer bases militares en las Azores.

Después de la guerra, el Portugal de Salazar fue invitado a firmar el Tratado de Washington, siendo el único miembro fundador de la OTAN con un régimen no democrático. Esto se explica por los intereses estratégicos de la OTAN que necesitaba las Azores en posesión de Portugal.

Para el régimen de Salazar, el imperio de ultramar era parte integrante de la identidad nacional, de ahí la fuerte oposición a la descolonización. Esta rigidez le acarreó muchas críticas de los países occidentales y fue una de las principales grietas del sistema del Nuevo Estado.

Sin embargo, la muerte de Salazar en 1968 no supuso el fin de su régimen, que continuó hasta 1974 con Marcelo Caetano, uno de sus más fieles acólitos. Sin embargo, la fuerte presión internacional y la inestabilidad interna llevaron al colapso del Nuevo Estado, que terminó en lo que se conoció como la «Revolución de los Claveles».

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