Papa Juana

Papa Juana, legendaria pontífice femenina que supuestamente reinó, bajo el título de Juan VIII, durante algo más de 25 meses, de 855 a 858, entre los pontificados de San León IV (847-855) y Benedicto III (855-858). Posteriormente se ha demostrado que entre León y Benedicto hubo un intervalo de sólo unas semanas y que la historia es totalmente apócrifa.

Papa Juana

Ilustración xilográfica del Papa Juana dando a luz, coloreada a mano, c. 1474.

Kislak Center for Special Collections, Rare Books, and Manuscripts, University of Pennsylvania

Una de las primeras fuentes existentes de la leyenda del Papa Juana es De septem donis Spiritu Sancti («Sobre los siete dones del Espíritu Santo») del dominico francés del siglo XIII Esteban de Borbón, que fechó la elección de Juana hacia 1100. En este relato, la pontífice sin nombre era una ingeniosa escriba que se convirtió en notaria papal y más tarde fue elegida papa; embarazada en el momento de su elección, dio a luz durante la procesión hacia Letrán, tras lo cual fue arrastrada fuera de Roma y apedreada hasta la muerte.

La historia fue ampliamente difundida a finales del siglo XIII, sobre todo por frailes y principalmente por medio de interpolaciones realizadas en muchos manuscritos del Chronicon pontificum et imperatorum («Crónica de los Papas y Emperadores») del dominico polaco del siglo XIII Martín de Troppau. La versión de que murió en el parto y fue enterrada en el mismo lugar se apoya en el hecho de que, en años posteriores, las procesiones papales solían evitar una calle concreta, supuestamente donde había ocurrido el desgraciado suceso. El nombre de Juana no se adoptó definitivamente hasta el siglo XIV; otros nombres que se daban comúnmente eran Inés o Gilberta.

Según la leyenda posterior, especialmente la de Martín (que fechó su elección en el año 855 y que la nombró específicamente Johannes Angelicus), Juana era inglesa; pero su lugar de nacimiento se dio como la ciudad alemana de Maguncia, una aparente incoherencia que algunos escritores reconciliaron explicando que sus padres habían emigrado a esa ciudad. Se supone que se enamoró de un monje benedictino inglés y, vistiéndose de hombre, lo acompañó a Atenas. Tras adquirir una gran erudición, se trasladó a Roma, donde llegó a ser cardenal y papa. A partir del siglo XIII la historia aparece en la literatura, incluyendo las obras del cronista benedictino Ranulf Higden y de los humanistas italianos Giovanni Boccaccio y Petrarca.

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En el siglo XV, la existencia de Juana fue considerada como un hecho, incluso por el Concilio de Constanza en 1415. Durante los siglos XVI y XVII la historia fue utilizada para la polémica protestante. Eruditos como Eneas Silvio Piccolomini (después Papa Pío II) y el cardenal César Baronio consideraron la historia como infundada, pero fue el calvinista David Blondel quien hizo el primer intento decidido de destruir el mito, en su Éclaircissement familier de la question: si une femme a été assise au siège papal de Rome (1647; «Ilustración familiar de la cuestión: Si una mujer se ha sentado en el trono papal de Roma»). Según una teoría, la fábula surgió de las habladurías sobre la influencia ejercida por la senadora romana del siglo X Marozia y su madre Teodora, de la poderosa casa de Teofilacto.

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