Un relato de una trucha peletera apareció en 1929 en la revista Montana Wildlife y fue señalado por primera vez por J.H. Hicken. El relato de Hicken afirma que cuando el pez es capturado «el cambio de temperatura de esta agua a la atmósfera es tan grande que el pez explota al ser sacado del agua, y el pelaje y la piel se desprenden en una sola pieza perfecta, lo que lo hace disponible para fines comerciales, y deja el cuerpo del pez para fines de refrigeración o para comer, según se desee.»
Mis diez años en un dilema, y cómo crecieron, un libro superventas de 1936 de Robert Benchley, contiene el ensayo humorístico «Malas noticias» sobre un informe de truchas con pieles utilizadas como cura del bocio.
Otra historia de truchas de pelo se originó con Wilbur Foshay, secretario de la Cámara de Comercio. Foshay promovió la historia de forma tan convincente que fue recogida por el periódico Salida Record. Según Foshay, las truchas crecían debido a las frías temperaturas del río Arkansas y se despojaban del pelaje cuando las temperaturas del agua se calentaban en verano. En noviembre de 1938, un artículo publicado en el Puebloan Cheiftan relataba la historia de la trucha peluda y afirmaba que «los lugareños que viven a lo largo del río Arkansas, cerca de Salida, han contado durante muchos años historias sobre la trucha peluda autóctona de las aguas del Arkansas cerca de allí.» En 2014, Misterios en el Museo visitó el Museo de Salida y a partir de mayo de 2014 se espera que forme parte de un segmento a finales de 2014.
Un cuento chino fue relatado por S.E. Schlosser, afirma que las truchas peludas eran el resultado de dos botellas o cuatro jarras de tónico capilar derramado. Para pescar truchas peludas, los pescadores actuaban como barberos y atraían a los peces de las aguas con la oferta de un recorte o afeitado gratuito. Una historia intencionadamente fantástica en Maine afirmaba que las truchas peludas estaban sometidas a una política de captura y liberación que era aplicada por los guardas que llevaban dispositivos Brannock. Si se capturaba un pez, el guardián lo medía con el pie del pescador. Si la longitud del pez coincidía con el tamaño del pie del pescador, el pez podía ser comido y la piel convertida en zapatillas peludas.