por Mary Becker Quinn, español y portugués
Ensayo del premio a la eficacia docente, 2002
«Lectura y análisis literario» (Español 25) es la primera clase de literatura requerida en el departamento de español. Al ser un curso organizado por géneros, el dominio de la forma literaria por parte de los estudiantes es esencial. Por lo tanto, es igualmente esencial la capacidad del profesor para demostrar por qué dicho conocimiento es vital para el estudio de la literatura. En la unidad de prosa, por ejemplo, los alumnos deben aprender los elementos estándar de una trama: exposición, desarrollo, suspense, punto de inflexión, clímax y desenlace. Desarrollé el siguiente ejercicio, basado en el cuento de Julio Cortázar «La noche boca arriba», para mostrarles que este conocimiento puede resultar crucial para el análisis y la comprensión completos de este cuento en concreto y, en general, para mostrar que, efectivamente, existe con frecuencia una relación fundamental entre el tema y la forma en la literatura.
«La noche boca arriba» comienza con el accidente de moto de un hombre y su posterior hospitalización. Cuando es drogado para una operación, entramos en su mundo onírico, que se convierte en un argumento paralelo. En el reino de la fantasía no es un hombre del siglo XX, sino parte de la tribu «moteca» (un juego de palabras con la palabra motocicleta) que es perseguida por los aztecas. Pero a medida que la historia continúa, los estados oníricos se hacen más largos y vívidos, y al final, cuando el «moteca» está a punto de convertirse en un sacrificio humano para los dioses aztecas (y el hombre del siglo XX, suponemos, está a punto de ser operado), el protagonista se da cuenta de que, de hecho, la fantasía es la realidad, y el mundo onírico era el del siglo XX. La historia termina con la incapacidad del protagonista para despertarse (y, por tanto, para volver a ver su entorno hospitalario) y su posterior muerte en el templo azteca.
Las líneas argumentales paralelas al principio parecen simplemente proporcionar una doble oportunidad para trazar la trama. Y así, durante los primeros veinte minutos de la clase, los alumnos se colocan en pequeños grupos (de 3 a 4 alumnos cada uno) durante los cuales completan la hoja de trabajo proporcionada. La hoja tiene dos columnas con los títulos «Realidad» y «Sueño» y bajo cada columna se enumeran los 6 elementos de la trama. Cuál es la exposición del mundo «real» y cuál la del mundo «sueño»? Etc.
NOMBRE:___________________________
Cortázar: «La noche boca arriba»
La realidad el mundo real |
El sueño el mundo del sueño |
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La exposición | ||
El desarrollo desarrollo |
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El suspenso suspenso |
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El punto decisivo punto de inflexión |
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El clímax climax |
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El desenlace desenlace |
A continuación, escribo los elementos de la trama en la pizarra y hago que se acerquen y completen sus distintas ideas. En clase discutimos y llegamos a conclusiones sobre sus diferentes respuestas en cuanto a la exposición, el desarrollo, el suspense y el punto de inflexión en ambas tramas. Pero el ejercicio se vuelve más interesante (y, de hecho, más instructivo) cuando los alumnos llegan a las secciones de clímax y desenlace. Porque aquí los alumnos se dan cuenta de que las dos líneas argumentales se han fundido en una sola. Cortázar ha entretejido las historias paralelas con tanta fuerza que las secciones «real» y «onírica» tienen el mismo clímax y el mismo desenlace. (El protagonista no puede despertar y, por tanto, será sacrificado y morirá como un «moteca» ). Cortázar, que difuminó la línea entre la realidad y el sueño de tantas otras maneras a lo largo del relato, también la ha difuminado formalmente en la trama. Al final del ejercicio, se ve que los alumnos han entendido su objetivo porque deben dejar en blanco los dos últimos segmentos de la trama en la columna «realidad». El objetivo de Cortázar y el mío quedan perfectamente claros.
Durante los últimos minutos de la clase, recalco a los alumnos que Cortázar ha manipulado la trama para apoyar su tema. Al mostrar la interconexión entre el tema y la forma, los alumnos comienzan a comprender por qué una respuesta puramente subjetiva a la literatura (su frecuente primer impulso) no es adecuada. Y, lejos de ser un ejercicio aislado, aprendiendo cómo se relacionan tema y forma es como se empieza a aprender a leer literatura.