La IPPB utiliza un respirador mecánico para suministrar una presión controlada de un gas para ayudar en la ventilación o expansión de los pulmones, proporcionando así un mayor volumen corriente para los pacientes con una variedad de condiciones pulmonares. Las máquinas IPPB también se utilizan para la administración de medicamentos en aerosol. La aplicación generalizada en un principio de la IPPB ha disminuido drásticamente en respuesta a los informes publicados de ensayos clínicos más recientes que cuestionan su utilidad o documentan su inutilidad en la profilaxis o el tratamiento de las numerosas afecciones para las que se prescribía habitualmente. Los efectos de la IPPB son de corta duración, aproximadamente 1 hora, y las consecuencias a largo plazo no se han evaluado adecuadamente. En ningún estudio se ha demostrado que la IPPB tenga una eficacia clínica inequívoca, en términos de morbilidad, mortalidad o función pulmonar, cuando se utiliza sola o en combinación con otras modalidades. En general, no se cree que la IPPB ofrezca ninguna ventaja sobre las terapias más sencillas en el tratamiento de la EPOC o el asma o en la prevención o el tratamiento de la atelectasia postoperatoria. Sin embargo, la IPPB puede ser útil en las siguientes circunstancias 1) en pacientes con riesgo de insuficiencia respiratoria debido a la disminución de la función respiratoria secundaria a cifoescoliosis o a trastornos neuromusculares; 2) en pacientes con broncoespasmo grave agudo o EPOC exacerbada, que no responden a otro tratamiento estándar; y 3) en el tratamiento de la atelectasia que no ha mejorado con un tratamiento más sencillo (por ejemplo, IS, drenaje postural, aerosolterapia).