La teoría de la aptitud inclusiva capta cómo los individuos pueden influir en la transmisión de sus genes a las generaciones futuras influyendo en su propio éxito reproductivo o en el de los individuos relacionados. Este marco se utiliza con frecuencia para estudiar el modo en que la selección natural lleva a los organismos a adaptarse a su entorno. Varios trabajos recientes han criticado este enfoque, sugiriendo que la aptitud inclusiva es sólo uno de los muchos métodos matemáticos posibles para modelar cuándo los rasgos se verán favorecidos por la selección natural, y que conduce a errores, como la exageración del papel de la ascendencia común en relación con otros mecanismos que podrían llevar a los individuos a estar relacionados genéticamente. Aquí argumentamos que estos problemas sugeridos surgen de un malentendido de dos puntos fundamentales: en primer lugar, la aptitud inclusiva es algo más que un «método de contabilidad» matemático: es la respuesta a la pregunta de qué deberían parecer los organismos diseñados para maximizar; en segundo lugar, hay algo especial en el parentesco causado por la ascendencia común, en contraste con los otros mecanismos que pueden llevar a los individuos a estar relacionados genéticamente, porque une los intereses de los genes a través del genoma, permitiendo que evolucionen adaptaciones complejas y multigénicas. Las críticas a la teoría de la aptitud inclusiva no han proporcionado una respuesta igualmente válida a la pregunta de qué deberían parecer los organismos diseñados para maximizar, ni un proceso alternativo para unir los intereses de los genes. En consecuencia, la aptitud inclusiva sigue siendo la teoría más general para explicar la adaptación.