Ray Allen dijo que su plan inicial en el verano de 2012 era quedarse en los Boston Celtics, pero una disputa contractual y años de discordia interna hicieron que se fuera a los Miami Heat.
«A ver si lo tengo claro», escribió Allen en su nueva autobiografía, según Sean Deveney de Sporting News. «Quieres pagarme menos dinero. Queréis sacarme del banquillo. Queréis seguir dirigiendo la ofensiva en torno a Rondo. Ahora dime otra vez exactamente por qué querría firmar este contrato»
Allen dijo que buscaba un contrato de tres años y 24 millones de dólares mientras que los Celtics ofrecían un pacto de dos años y 12 millones. Finalmente optó por firmar un acuerdo de dos años y 6 millones de dólares con los Miami Heat, eligiendo su mejor oportunidad para un título en lugar de quedarse en Boston.
«Sabía que los aficionados de Nueva Inglaterra no estarían contentos con mi decisión», escribió Allen, «pero nunca podría haber imaginado el grado de infelicidad. Actuaron como si yo fuera Benedict Arnold. … Mi pecado fue haber tenido el valor de irme por mi cuenta».
La decisión de Allen acabó siendo acertada. Ganó otro campeonato con los Heat en 2013, encestando quizá el mejor tiro de toda su carrera en el sexto partido de las Finales de la NBA. Los Celtics, por su parte, tuvieron problemas tras su marcha y acabaron disolviendo su equipo en 2014, enviando a Paul Pierce y Kevin Garnett a los Brooklyn Nets.
La relación de Allen con Garnett aún no se ha recuperado, mientras que él y Pierce han hecho las paces. Rajon Rondo y Allen, cuya tensa relación recibe cierto enfoque en el libro, tampoco se ha recuperado nunca.
«KG se pelearía con su abuela si fichara por otro equipo», escribió Allen sobre Garnett.
Allen no juega desde el final de la temporada 2013-14. Pierce y Garnett rebotaron un poco al final de sus carreras, con Pierce vistiendo a los Washington Wizards, Los Ángeles Clippers y los Nets, mientras que Garnett jugó en Brooklyn antes de ser traspasado de nuevo a los Minnesota Timberwolves.