Es un hecho difícil de aceptar, pero tus amigos y compañeros de trabajo te mienten regularmente. El verdadero reto reside en cómo respondes una vez que pillas a alguien en el acto.
«No me molesta que me hayas mentido, me molesta que a partir de ahora no pueda creerte». – Friedrich Nietzsche
Aunque la mayoría de las personas mienten mucho -aproximadamente entre dos y tres veces durante una conversación de diez minutos, los estudios demuestran que no se les pilla tan a menudo como se podría pensar. Investigadores de la Universidad de California analizaron los resultados de 253 estudios y descubrieron que sólo detectamos la mitad de las mentiras que nos dicen (el 53% para ser exactos). En otras palabras, es tan probable que identifiquemos una mentira como que ganemos al lanzar una moneda.
Lo que da miedo es que las personas que están entrenadas para detectar el engaño -jueces, agentes de aduanas, agentes de la ley e incluso agentes de la CIA- no lo hacen mucho mejor. Sólo son capaces de detectar una mentira un 60% de las veces.
Cuando se pilla a alguien mintiendo, suele ser una auténtica barbaridad. Son el tipo de mentiras que resultan tan insultantes para quien las recibe que es difícil pensar con claridad. En esos momentos, hay que mantener una conversación constructiva, sin dejar que el mentiroso se salga con la suya, lo cual es difícil de conseguir.
¿Y qué hay de las veces en las que tienes la persistente sensación de que te están mintiendo pero no estás seguro y no quieres parecer paranoico o acusador? Aunque un exceso de escepticismo nunca es saludable, una pequeña dosis puede ser muy buena, sobre todo porque somos muy poco capaces de reconocer las mentiras.
La pregunta siempre es: ¿qué hacer con una mentira? Si crees que alguien te está mintiendo, ¿le llamas la atención? ¿Se lo dices a alguien más? ¿O te limitas a seguir la corriente?
En realidad hay varias cosas que puedes hacer, y la correcta, o la combinación correcta, depende de la situación.
Primero, asegúrate de que entiendes las reglas. Antes de decidir qué curso de acción tomar, consulte el manual del empleado y considere el historial reciente de situaciones similares. Si vas a denunciar a alguien, debes saber en qué te estás metiendo tú y el mentiroso. Conozca la gravedad de las consecuencias de las mentiras y asegúrese de seguir el protocolo adecuado para abordarlas, o todo el asunto podría volverse en su contra.
Opción nº 1: No hacer nada. A nadie le gusta que le mientan, y la reacción natural es llamar la atención al mentiroso, pero eso no siempre es lo más inteligente, especialmente en el trabajo. Antes de hacer nada, pregúntate: «¿Qué está en juego además de mi ego?». Sopesa cuidadosamente los pros y los contras antes de actuar. Considera quién, si es que hay alguien, debe conocer la mentira y las implicaciones que tiene para la empresa. A veces, la animosidad que evitas guardando silencio vale más que la satisfacción que recibes al hablar. Otras veces, la mentira es lo suficientemente grave como para que la gente tenga que saberlo.
Opción 2: Desviar la atención con humor. Algunas mentiras son demasiado grandes como para ignorarlas por completo, pero demasiado pequeñas como para darles importancia. Cuando esto ocurra, siempre puede hacer una broma al respecto. Los comentarios divertidos que reconocen la mentira suelen funcionar. Ya sea «Oye, creo que acabo de ver que te ha crecido un poco la nariz» o «Tengo que revisarme la receta. Cuando miré la tarjeta de puntuación, decía que habías disparado 112», esta estrategia da al mentiroso la oportunidad de admitir su desliz sin miedo a las represalias. La clave para que esta táctica funcione es dar la impresión de que la otra persona estaba bromeando o exagerando intencionadamente y que nunca esperó que le creyeran.
Opción 3: hacerse el tonto. Otra forma de permitir que alguien salve la cara -y esto es particularmente apropiado para los entornos de grupo- es hacerse el tonto. Finge que de repente has sufrido un fallo de memoria o que estás confundido sobre los hechos. Haz muchas preguntas de seguimiento. Cuantos más detalles pidas, más probable será que la verdad salga a la luz. Sacarla a la luz da al mentiroso la oportunidad de admitir que se ha «equivocado» y de corregirse sin que le llamen mentiroso.
Opción nº 4: Llámale la atención. En situaciones en las que no hacer nada no es una buena opción, siempre puedes llamar la atención al mentiroso. Sólo tienes que pensar cuidadosamente en la mejor manera de hacerlo, y golpearles impulsivamente nunca es un movimiento inteligente. Puedes optar por mantener una conversación con el mentiroso en privado o con otras personas a las que afecte la mentira. En cualquier caso, es importante que tengas pruebas que respalden tu afirmación, o es muy posible que te llamen mentiroso. Asegúrate de ser honesto y directo con la persona que ha mentido. No acudas a otros con la mentira cuando sepas que es mejor tratarla en privado entre tú y el mentiroso.
Hay muchas ocasiones en las que denunciar una mentira es lo correcto, tanto ética como prácticamente. A veces, no denunciar una mentira puede costar el puesto de trabajo. Sin embargo, hay algunas cosas que debes pensar antes de dar ese paso. En primer lugar, cuestiona tus motivos. ¿Estás pensando en contarle a alguien la mentira por la preocupación de que otro empleado o la empresa puedan salir perjudicados, o simplemente estás enfadado? Si es lo segundo, corres el riesgo de parecer mezquino; si es lo primero, limítate a los hechos. No ofrezcas ninguna hipótesis sobre las razones por las que la persona puede estar mintiendo, porque eso es sólo una suposición por tu parte. Cíñete a lo que la persona ha dicho, a la verdad y a las pruebas que hayas reunido.
No es opcional: Protégete. Tanto si decide llamar a la mentira como si la deja pasar, una vez que sepa que está tratando con un mentiroso, es fundamental que tome medidas para protegerse. Una forma de hacerlo es que un testigo dé fe de lo que dijo el mentiroso. Si no es así, interactúa con el mentiroso por correo electrónico o por mensaje de texto, ya que ambos crean un registro escrito. Aunque si se trata de un mentiroso especialmente astuto, no se comprometerá con nada por escrito. En ese caso, documenta tú mismo la conversación: quién, qué, cuándo, dónde, etc., y remata enviando a tu colega mentiroso un correo electrónico que resuma la conversación. Eso no es tan bueno como tener una prueba en las palabras de la otra persona, pero al menos podrás argumentar que tu colega tuvo la oportunidad de corregirte.
Consolidando todo
Algunas personas dicen mentiras poco frecuentes para quedar bien o para protegerse. Otros son profesionales. Lo llevan haciendo toda su carrera, son buenos en ello y han aprendido a evitar que les pillen. Por eso no hay una solución única que funcione en todas las situaciones. Lo mejor es considerar cuidadosamente tus opciones, pensando en los pros y los contras de cada curso de acción.