Por qué algunos animales comen rocas para ayudar a la digestión

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Gastrolitos que se cree proceden de los estómagos de los dinosaurios, encontrados en los estratos del Jurásico cerca de Starr Springs, Utah. Wikimedia Commons (CC By-SA 3.0)

Como humano, no se te anima a comer piedras. Los bebés lo intentan constantemente, y una condición llamada pica puede obligar a un adulto a comer objetos no alimentarios como piedras y tierra. Sin embargo, otros animales necesitan tragar piedras para digerir su comida. Estas piedrecitas tienen incluso un nombre, gastrolitos, y su uso como herramientas digestivas tiene una larga e ilustre historia evolutiva.

Los gastrolitos -la palabra significa literalmente «piedras del estómago»- son utilizados con mayor frecuencia por las aves y los reptiles, pero también pueden encontrarse en las lombrices de tierra, algunos peces, anfibios, focas y ballenas dentadas. El registro fósil nos dice que muchos dinosaurios herbívoros también comían piedras; los paleontólogos lo saben cuando encuentran la reveladora colección de pequeñas piedras aún atrapadas dentro de una caja torácica fosilizada. Por lo que los científicos pueden decir, los grupos de animales que las utilizan actualmente encajan en dos categorías: animales con mollejas y animales que nadan.

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Una molleja es un estómago especializado y muy musculoso unido al «verdadero estómago». Los pájaros, por ejemplo, no tienen dientes como nosotros, así que se tragan piedrecitas, que llegan a la molleja y ayudan a triturar el material vegetal, un trabajo notoriamente duro, ya que la celulosa que compone las células vegetales es dura y difícil de descomponer sólo con los ácidos del estómago. Una vez que la molleja ha hecho su trabajo, el alimento vuelve al otro estómago para seguir siendo digerido. En la molleja, los gastrolitos a menudo se vuelven redondos y suaves, y las aves a veces los regurgitan, sustituyéndolos por piedras más afiladas.

Los animales nadadores utilizan los gastrolitos por una razón diferente – o al menos los científicos creen que lo hacen. Durante mucho tiempo, los científicos pensaron que animales como las focas y los caimanes tragaban piedras para regular su flotabilidad en el agua; por ejemplo, un león marino podría comer rocas para facilitar el buceo. Sin embargo, esta teoría sólo funcionaría si tragaran muchas rocas grandes y pesadas, cosa que no ocurre, por lo que el jurado sigue sin pronunciarse al respecto. En los últimos 30 años han surgido otras ideas: tal vez los animales las comen para aliviar el hambre o incluso como ayuda para digerir la comida, sólo que sin la molleja.

Pero que conste que no es buena idea que los humanos coman rocas: no se tiene el equipo interno adecuado para ello.

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