Poitou

Un pantano llamado Marais Poitevin (francés Marais Poitevin) se encuentra a lo largo del Golfo de Poitou, en la costa oeste de Francia, justo al norte de La Rochelle y al oeste de Niort.

Al concluir la batalla de Taillebourg en la Guerra de Saintonge, que fue ganada decisivamente por los franceses, el rey Enrique III de Inglaterra reconoció su pérdida de territorio continental Plantagenet a Francia. Esto fue ratificado por el Tratado de París de 1259, por el que el rey Luis se anexionó Normandía, Maine, Anjou y Poitou).

Durante los últimos años del siglo XVI y los primeros del XVII, Poitou fue un foco de actividad hugonote (protestante calvinista francés) entre la nobleza y la burguesía. Los protestantes fueron discriminados y atacados brutalmente durante las Guerras de Religión francesas (1562-1598). Bajo el Edicto de Nantes, dicha discriminación se suspendió temporalmente, pero esta medida fue derogada por la Corona francesa.

Algunos de los colonos franceses, más tarde conocidos como acadianos, que se establecieron a partir de 1604 en el este de Norteamérica procedían del sur de Poitou. Establecieron asentamientos en lo que ahora es Nueva Escocia y, más tarde, en Nuevo Brunswick; ambos fueron tomados a finales del siglo XVIII por los ingleses (tras su victoria en la Guerra de los Siete Años en 1763).

Después de la revocación del Edicto de Nantes en 1685, la Iglesia Católica Romana francesa llevó a cabo un fuerte esfuerzo de Contrarreforma. En 1793, este esfuerzo contribuyó a la revuelta abierta de tres años de duración contra el gobierno revolucionario francés en el Bas-Poitou (Departamento de Vendée). Asimismo, durante los Cien Días de Napoleón en 1815, la Vendée se mantuvo fiel a la Monarquía de la Restauración del rey Luis XVIII. Napoleón envió 10.000 soldados al mando del general Lamarque para pacificar la región.

Como señala el historiador André Lampert,

«Los persistentes hugonotes del Poitou del siglo XVII y los rebeldes monárquicos ferozmente católicos de lo que vino a ser la Vendée de finales del siglo XVIII tenían ideologías muy diferentes, incluso diametralmente opuestas entre sí. El hilo conductor de ambos fenómenos es la continua afirmación de una identidad local y la oposición al gobierno central de París, sea cual sea su composición e identidad. (…) En la región donde Luis XIII y Luis XIV habían encontrado una dura resistencia, la Casa de Borbón ganó partidarios leales y militantes precisamente cuando había sido derrocada y cuando una lealtad borbónica llegó a implicar una lealtad local en oposición al nuevo gobierno central, el de Robespierre».

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