Mindfulness es un término que se ha incrustado en nuestro lenguaje cotidiano, pero su significado es más profundo que la forma en que lo usamos en nuestra estructura social impulsada y multitarea. Este término se ha hecho popular porque insta a tomar conciencia de lo que sea. Se ha convertido en un método para animar a alguien a cuidar de sí mismo. Del mismo modo, la «alimentación consciente» nos anima a tomar conciencia de nuestras experiencias alimentarias.
El término «mindfulness» fue definido por Jon Kabat-Zinn como «prestar atención de una manera particular, a propósito, en el momento presente y sin juzgar» (1). Kabat-Zinn fue el desarrollador y líder original del programa de Reducción del Estrés Basado en la Atención Plena de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts. Escribió el libro Full Catastrophe Living en 1990 para ofrecer orientación sobre cómo vivir de forma consciente, basándose en sus experiencias con este programa desde 1979 (1).
La práctica de la atención plena ha ayudado a miles de personas a vivir de forma más intencionada y a desarrollar las habilidades necesarias para gestionar el dolor crónico, la enfermedad, la depresión, los problemas de sueño y la ansiedad. También se ha convertido en el centro de un enfoque de la alimentación que cumple con los criterios necesarios para cambiar el enfoque general de la alimentación. Hace tiempo que se reconoce que, sin un cambio de comportamiento, una dieta es inútil. Aunque prestamos mucha atención al estudio de las dietas para determinar cuál es la más eficaz, seguimos obteniendo la misma respuesta: todas son eficaces a corto plazo, y ninguna lo es a largo plazo.
La alimentación consciente (es decir, prestar atención a nuestra comida, a propósito, momento a momento, sin juzgarla) es un enfoque de la alimentación que se centra en la conciencia sensual de los individuos sobre la comida y su experiencia de la misma. Tiene poco que ver con las calorías, los hidratos de carbono, las grasas o las proteínas. El propósito de la alimentación consciente no es perder peso, aunque es muy probable que quienes adopten este estilo de alimentación pierdan peso. La intención es ayudar a las personas a saborear el momento y la comida y fomentar su plena presencia en la experiencia de comer.
Las dietas tienden a centrarse en las reglas de alimentación (por ejemplo, qué comer, cuánto comer y qué no comer), con la intención de medir resultados específicos. Estos resultados son probablemente la pérdida de peso o, en el caso de la diabetes, la mejora de los valores de glucosa en sangre y, en última instancia, la mejora de la A1C. Todas las dietas tienen el potencial de éxito o fracaso basado en los resultados de peso. La gente puede saber que sus resultados van a depender de su consumo y gasto de calorías y entender que esto tiene que ver con su comportamiento, pero es raro que los individuos mantengan un cambio de comportamiento sin ver resultados en sus resultados. Su cambio de comportamiento estará sujeto al estrés diario y a las presiones externas y, por tanto, será difícil de mantener.
La atención plena es un comportamiento orientado al proceso, más que a los resultados. Se basa en la experiencia individual del momento. El individuo se centra en apreciar la experiencia de la comida y no se preocupa por restringir la ingesta. La persona que come elige qué y cuánto consumir. No es casualidad que, en el marco de un enfoque de atención plena, las elecciones de la persona sean a menudo comer menos, saborear más la comida y seleccionar alimentos coherentes con los beneficios deseados para la salud.
Muchas personas que practican la meditación de atención plena, y un número cada vez mayor de profesionales de la salud, están llegando a creer que la alimentación de atención plena puede marcar la diferencia a la hora de ayudar a las personas con diabetes a cambiar sus conductas alimentarias. El mindfulness se está convirtiendo rápidamente en una forma recomendada de reentrenar las conductas alimentarias para aquellos que asisten a programas de educación sobre la diabetes. Aunque practico la meditación de atención plena y soy un creyente en los beneficios de la alimentación consciente, es importante tener en cuenta los resultados de un estudio publicado en 2015. Olson y Emery (2) revisaron 19 estudios que utilizaron un enfoque de mindfulness en la dieta. Aunque encontraron una pérdida de peso significativa en 13 de los 19 estudios, los investigadores no pudieron documentar una relación entre el mindful eating y las pérdidas de peso sufridas. Recomendaron realizar más investigaciones para estudiar la relación específica entre el comportamiento de la alimentación consciente y la pérdida de peso resultante. Esto sugiere que es muy probable que el mindful eating esté asociado a la pérdida de peso, pero serán necesarios futuros estudios para examinar la correlación exacta.
Como se ha mencionado anteriormente, las dietas para perder peso suelen tener éxito a corto plazo, pero muchas tienden a fracasar con el tiempo. ¿Qué determina el éxito y el fracaso de estas dietas? Un rasgo común a los que tienen éxito es la capacidad de prestar atención a la dieta y seguir el plan, sea cual sea. Puede parecer obvio, pero ésta es la diferencia entre la alimentación «sin sentido» y la alimentación consciente. Nuestras sugerencias siempre han consistido en prestar atención a lo que se come, como por ejemplo: «No vea la televisión mientras come», «Sírvase las porciones correctas», «Mastique 32 veces antes de tragar» y «Siéntese mientras come». Estas recomendaciones siempre han consistido en prestar atención, al igual que se hace con el mindful eating. La diferencia con el mindful eating es que no se trata de reglas o directrices, sino de la experiencia individual. Nadie tiene la misma experiencia con la misma comida cada vez. La idea es que la gente tenga sus propias experiencias y esté en el presente mientras las tiene.