El virrey español fue derrocado durante la Revolución de Mayo, dando inicio a la Guerra de la Independencia Argentina. El nuevo gobierno eliminó la palabra «Virreinato» del nombre, rebautizando el territorio como «Provincias Unidas del Río de la Plata». Esta denominación fue ratificada años después por la Asamblea del Año XIII. El Congreso de Tucumán, buscando una mayor integración latinoamericana, utilizó en su lugar el nombre de «Provincias Unidas de Sud América».
El nombre «Argentina» fue utilizado principalmente entre la alta sociedad, y en casos limitados. El uso se popularizó con la sanción del segundo Himno Nacional Argentino, escrito por Vicente López y Planes. Sin embargo, su uso no se generalizó porque no se asociaba a todo el territorio, sino sólo a la provincia de Buenos Aires. La Constitución de 1826 fue sancionada como Constitución de la República Argentina. Las demás provincias rechazaron su alto centralismo, y el presidente Bernardino Rivadavia fue depuesto poco después.
Durante el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas, Confederación Argentina fue el nombre principal utilizado para el joven país, pero también se utilizaron otros, como República de la Confederación Argentina y Federación Argentina. Justo José de Urquiza depuso a Rosas en la batalla de Caseros y convocó una Asamblea Constituyente que redactaría la Constitución de Argentina de 1853. Buenos Aires no la aceptó y se separó de la Confederación como Estado de Buenos Aires. Durante una década, Buenos Aires y la Confederación existieron como divisiones administrativas distintas. Buenos Aires se reincorporó a la Confederación en 1860, tras una enmienda a la Constitución de 1853. Se cambió el nombre a Nación Argentina, aunque se incluyó un párrafo con los nombres históricos como denominaciones «equivalentes y válidas». Luego, el 8 de octubre de 1860, el presidente Santiago Derqui decretó que el nombre oficial fuera República Argentina.
En el habla común, el país se denomina «la Argentina» en español, obviando el sustantivo en cualquiera de las expresiones anteriores («el argentino», «la argentina», etc.).