Comparamos las dos formas de gobierno más populares: monarquía constitucional vs república. Exponemos su historia y analizamos los pros y los contras de tener una monarquía en el siglo XXI. Vota en nuestra encuesta y cuéntanos más sobre tu sistema preferido.
Las democracias modernas pueden dividirse a grandes rasgos entre Monarquías Constitucionales (o Parlamentarias) y Repúblicas. Cada sistema tiene características ligeramente diferentes. La más clara es la forma de elegir al jefe de Estado. Los monarcas heredan el cargo (aunque normalmente lo valida el Parlamento), mientras que en las Repúblicas los presidentes son elegidos directa o indirectamente por el pueblo. La elección del modelo de Estado tiene implicaciones en términos de estabilidad, gobernabilidad, responsabilidad y representación. ¿Eres monárquico o republicano?
Monarquía vs. República: una breve historia
Para entender la aparición de estas dos formas alternativas de democracia es importante echar la vista atrás en la historia. Un punto de inflexión importante en la forma de gobernar los países se asocia sobre todo con el Tratado de Westfalia de 1648, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años, marcó el fin de la soberanía territorial establecida y aceleró el declive del feudalismo. La paz de Westfalia debilitó el poder de la Iglesia católica en Europa y reforzó el papel de los monarcas que, por tanto, controlaban el ejercicio de la religión dentro de sus fronteras. Se abre así el periodo del absolutismo y de los monarcas absolutos.
Sin embargo, la era de la autoridad monárquica absoluta y del gobierno de los reyes no duró mucho tiempo tras el establecimiento de la soberanía territorial. Al igual que la guerra deshizo los cimientos del imperio religioso, la movilización social acabó con la noción de gobierno absolutista en favor de la soberanía popular. Gran Bretaña se convirtió en un caso paradigmático de la desaparición de los gobernantes absolutos y de la potenciación de los parlamentos. Gran Bretaña funcionó sobre la base de una incómoda coexistencia entre la monarquía y el parlamento, dos pilares de la autoridad británica, y finalmente se asentó en una monarquía constitucional. Esto significaba que el monarca ya no tenía un poder absoluto, tenía que gobernar a través del parlamento y se convertía más en una figura que en un gobernante, aunque seguía conservando algunos poderes.
En Francia, el sistema monárquico dio paso a la democracia plena en la forma de la Revolución Francesa en 1789 y la abolición de la institución de la monarquía por completo. En lo que fue una revuelta de masas, Luis XVI fue depuesto y se declaró una república basada en los principios de libertad, igualdad y fraternidad en la Declaración de los Derechos del Hombre, dando lugar al republicanismo moderno. La Revolución Americana o Guerra de la Independencia, de 1776 a 1783, supuso la ruptura con la dominación británica para establecer una república federal según las líneas liberales clásicas.
Desde entonces, la mayoría de los países occidentales se han democratizado gradualmente con éxito adoptando la forma de una monarquía constitucional (por ejemplo, Bélgica, Noruega, Suecia, Países Bajos, España) o una república (por ejemplo, Estados Unidos, Alemania, Italia, Portugal, Polonia). Sin embargo, el debate monarquía vs república sigue muy vivo hoy en día.
Pros y contras de una monarquía vs una república
Ventajas de una monarquía constitucional:
- Estabilidad. El jefe de Estado es nombrado por un periodo de tiempo muy largo, normalmente hasta que abdica o muere. Esto da al país más estabilidad en comparación con las repúblicas, donde el jefe de Estado cambia cada pocos años.
- Educación. En una monarquía, se conoce al futuro jefe de Estado desde su nacimiento, por lo que se le cría y educa en consecuencia. Los monarcas suelen estar bien preparados para su función y gozan de una educación multidisciplinar privilegiada.
- Neutralidad. El jefe de Estado no es un político, por lo que no está vinculado a ningún partido en particular. Puede garantizar la neutralidad y el equilibrio mientras está en el poder.
- Sin coste electoral. En muchos países, la campaña para elegir al jefe de Estado puede ser muy costosa. En la monarquía, la sucesión tiene pocos costes.
- ¿Menos corrupción? Los defensores de la monarquía constitucional afirman que saber que se va a ejercer el cargo de forma vitalicia reduce el riesgo de corrupción, mientras que un político elegido puede sentir el impulso de aprovecharse de su posición sabiendo que no va a durar. Los presidentes pueden tener objetivos e incentivos a corto plazo, mientras que el monarca puede preocuparse más por el largo plazo. Al fin y al cabo quieren que sus hijos hereden el trono y no quieren que tengan que enfrentarse a un futuro complicado.
Desventajas de una monarquía constitucional:
- Falta de democracia. El jefe de Estado no es elegido y hereda el cargo. Los ciudadanos tienen poco que decir sobre quién va a reinar, aunque en la mayoría de las monarquías constitucionales los monarcas necesitan la aprobación del Parlamento, y por tanto, indirectamente del pueblo al que esta institución representa.
- No todos los monarcas son competentes. El jefe de Estado puede estar preparado para reinar, pero eso no garantiza que esa persona en concreto sea idónea y competente para el cargo. La historia está llena de monarcas incompetentes, arongantes, tiranos o descuidados.
- Los monarcas son personas; por lo tanto, tienen creencias personales y preferencias políticas, a menudo son bastante conservadores. Sus opiniones y creencias pueden estar en desacuerdo con las de la mayoría de su país.
- Las familias reales suelen tener un estilo de vida muy caro. Además del rey o la reina, otros miembros de la realeza también reciben sueldos y prebendas públicas. Además, el simple hecho de organizar sus viajes y su seguridad es muy costoso. Aunque hay que tener en cuenta que los presidentes y primeros ministros de las repúblicas también son costosos, a veces más que los monarcas.
- ¿Más corrupción? A veces la justicia es permisiva con los abusos de las familias reales. Se les protege de alguna manera porque no interesa al país que se deslegitimen sus figuras. Sin embargo, esto también crea un incentivo para que los miembros de las familias reales abusen a veces de su estatus.
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