Ley de hierro de la oligarquía

Ley de hierro de la oligarquía, tesis sociológica según la cual todas las organizaciones, incluidas las comprometidas con ideales y prácticas democráticas, sucumbirán inevitablemente al gobierno de una élite (una oligarquía). La ley de hierro de la oligarquía sostiene que la democracia organizativa es un oxímoron. Aunque el control de las élites hace que la democracia interna sea insostenible, también se dice que determina el desarrollo a largo plazo de todas las organizaciones -incluidas las más radicales desde el punto de vista retórico- en una dirección conservadora.

Robert Michels expuso la ley de hierro de la oligarquía en la primera década del siglo XX en Partidos políticos, un brillante estudio comparativo de los partidos socialistas europeos que se basó en gran medida en sus propias experiencias en el Partido Socialista Alemán. Influido por el análisis de Max Weber sobre la burocracia, así como por las teorías de Vilfredo Pareto y Gaetano Mosca sobre el gobierno de las élites, Michels sostenía que la oligarquía organizativa era el resultado, fundamentalmente, de los imperativos de la organización moderna: liderazgo competente, autoridad centralizada y división de tareas dentro de una burocracia profesional. Estos imperativos organizativos dieron lugar necesariamente a una casta de líderes cuyos conocimientos, habilidades y estatus superiores, combinados con su control jerárquico de los recursos organizativos clave, como la comunicación interna y la formación, les permitirían dominar a los miembros más amplios y domesticar a los grupos disidentes. Michels complementó este análisis institucional de la consolidación del poder interno con argumentos psicológicos extraídos de la teoría de las multitudes de Gustave Le Bon. Desde esta perspectiva, Michels hizo especial hincapié en la idea de que la dominación de la élite también se derivaba del modo en que los miembros de base ansiaban ser guiados por sus líderes y los adoraban. Michels insistió en que el abismo que separa a los líderes de la élite de los miembros de las bases también conduciría a las organizaciones hacia la moderación estratégica, ya que las decisiones organizativas clave se tomarían en última instancia más de acuerdo con las prioridades de supervivencia y estabilidad de la organización que con las preferencias y demandas de los miembros.

La ley de hierro se convirtió en un tema central en el estudio del trabajo organizado, los partidos políticos y la democracia pluralista en la posguerra. Aunque gran parte de estos estudios confirmaron básicamente los argumentos de Michels, una serie de obras destacadas comenzaron a identificar importantes anomalías y limitaciones en el marco de la ley de hierro. El análisis de Seymour Lipset, Martin Trow y James Coleman sobre la Unión Tipográfica Internacional (UIT), por ejemplo, demostró que la democracia sindical sostenida era posible dada la relativa igualdad de ingresos y estatus de los impresores, el dominio de las habilidades comunicativas y la competencia política generalizada, lo que sustentaba la inusual historia de la UIT de competencia bipartidista duradera (Independientes y Progresistas), que reflejaba el sistema bipartidista estadounidense. En la literatura sobre partidos, Samuel Eldersveld argumentó que el poder de las élites organizativas en Detroit no estaba tan concentrado como sugería la ley de hierro. Descubrió que el poder de los partidos estaba relativamente disperso entre diferentes sectores y niveles, en una «estratocracia» de coaliciones cambiantes entre los grupos que representaban diferentes estratos sociales.

Los estudios posteriores sobre partidos y sindicatos, y sobre otras organizaciones como las asociaciones de voluntarios y los movimientos sociales, matizaron aún más la ley de hierro. Estos estudios examinaron una amplia gama de factores -como la competencia entre facciones, el activismo intencionado, los vínculos interorganizativos y las oportunidades y limitaciones externas- que pusieron de manifiesto tanto la naturaleza contingente del poder organizativo como el relativo descuido de Michels del contexto ambiental. Tras el cambio de siglo, aunque los trabajos sobre el papel cambiante de las instituciones sociales retomaron con frecuencia las dinámicas organizativas y los dilemas examinados por Michels, generalmente lo hicieron desde una perspectiva más global. En este sentido, los estudiosos comenzaron a explorar las implicaciones estratégicas y democráticas internas de los flujos de recursos transnacionales, de las redes políticas descentralizadas sancionadas por el Estado, de las identidades políticas transfronterizas y de Internet como herramienta de comunicación interna. La ley de hierro de la oligarquía sigue siendo, por tanto, un eje destacado en el análisis de la política interna de las asociaciones societarias de las políticas diferenciadas, de las redes transnacionales de promoción y de las corporaciones multinacionales, así como de la naturaleza más amplia de la política democrática en la globalización de la Era de la Información.

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