Las personas que creen que sus opiniones son superiores a las de los demás son más propensas a sobrestimar sus conocimientos relevantes y a ignorar las oportunidades de aprender más

Por el bloguero invitado Tom Stafford

Todos conocemos a alguien que está convencido de que su opinión es mejor que la de los demás sobre un tema -quizá, incluso, de que es la única opinión correcta que hay que tener. Tal vez, en algunos temas, usted sea esa persona. A ningún psicólogo le sorprendería que las personas que están convencidas de que sus creencias son superiores piensen que están mejor informadas que los demás, pero este hecho lleva a una pregunta posterior: ¿están las personas realmente mejor informadas en los temas en los que están convencidas de que su opinión es superior? Esto es lo que Michael Hall y Kaitlin Raimi se propusieron comprobar en una serie de experimentos publicados en el Journal of Experimental Social Psychology.

Los investigadores distinguen la «superioridad de creencias» de la «confianza de creencias» (pensar que tu opinión es correcta). La superioridad de creencia es relativa – es cuando usted piensa que su opinión es más correcta que la de otras personas; el extremo superior de su escala de superioridad de creencia es indicar que su creencia es «Totalmente correcta (la mía es la única opinión correcta)».

La pareja se propuso encontrar personas que creyeran que sus creencias sobre una variedad de temas políticos controvertidos (cosas como el terrorismo y las libertades civiles, o la redistribución de la riqueza) eran superiores, y comprobar -mediante pruebas de elección múltiple- hasta qué punto estaban informados sobre los temas sobre los que sostenían estas creencias de superioridad.

A través de cinco estudios, Hall y Raimi descubrieron que las personas con la mayor superioridad de creencias también tendían a tener la mayor brecha entre su conocimiento percibido y el real: los superiores de creencias sufrían sistemáticamente la ilusión de que estaban mejor informados de lo que estaban. Como era de esperar, las personas con la menor superioridad de creencia tendían a subestimar lo que sabían.

Además del simple conocimiento de fondo, los investigadores también estaban interesados en cómo las personas con superioridad de creencia buscaban nueva información relevante para esa creencia. Dieron a los participantes una selección de titulares de noticias y les pidieron que seleccionaran los artículos que les gustaría leer en su totalidad al final del experimento. Clasificando los titulares en congruentes o incongruentes con las creencias, los investigadores observaron que los participantes con mayor superioridad de creencias eran más propensos a seleccionar titulares congruentes con las creencias. En otras palabras, a pesar de estar mal informados en comparación con su autopercepción, estos participantes optaron por descuidar las fuentes de información que mejorarían sus conocimientos.

Por último, y más prometedor, los investigadores encontraron algunas pruebas de que la superioridad de creencias puede verse mermada por la retroalimentación. Si a los participantes se les decía que las personas con creencias como las suyas tendían a obtener una mala puntuación en el conocimiento del tema, o si se les decía directamente que su puntuación en la prueba de conocimiento del tema era baja, esto no sólo reducía su superioridad de creencias, sino que también les hacía buscar el tipo de información desafiante que habían descuidado previamente en la tarea de los titulares (aunque las pruebas de este efecto conductual eran mixtas).

En todos los estudios participaron personas a las que se accedió a través de Mechanical Turk de Amazon, lo que permitió a los investigadores trabajar con grandes muestras de estadounidenses para cada experimento. Sus resultados reflejan el conocido efecto Dunning-Kruger: Kruger y Dunning demostraron que, en ámbitos como los juicios gramaticales, el humor o la lógica, los más hábiles tienden a subestimar su capacidad, mientras que los menos hábiles la sobrestiman. La investigación de Hall y Raimi amplía esta idea al ámbito de las opiniones políticas (en el que no se dispone de una evaluación objetiva de la corrección), mostrando que la creencia de que tu opinión es mejor que la de los demás tiende a asociarse con la sobreestimación de tus conocimientos relevantes.

En general, la investigación presenta un panorama mixto. Demuestra, como han hecho otros, que nuestras opiniones a menudo no están tan justificadas como creemos, incluso en el caso de las opiniones que estamos más seguros de que son mejores que las de otras personas. Por otro lado, muestra que las personas responden a las opiniones y no se dejan llevar únicamente por el sesgo de confirmación cuando buscan nueva información. La imagen final es la de una racionalidad humana defectuosa, pero corregible, no condenada.

¿La superioridad de las creencias se justifica por un conocimiento superior?

Post escrito por Tom Stafford (@tomstafford) para el BPS Research Digest. Tom es un psicólogo de la Universidad de Sheffield que colabora habitualmente con el blog Mind Hacks. Su último libro es For argument’s sake: evidence that reason can change minds.

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