El cóctel Hot Toddy es el abuelo de las bebidas calientes. Tanto en una cabaña de montaña cubierta de nieve como en un aclamado menú de cócteles, el clásico Hot Toddy tiene una función que se toma muy en serio: calentarte.
Los orígenes del Toddy se sitúan a mediados del siglo XVIII, y la bebida se compone tradicionalmente de una bebida espirituosa, azúcar y agua caliente, quizás con una cáscara de limón o especias variadas. En Irlanda, se utilizaba whisky irlandés. En Escocia, utilizaban whisky escocés. En Estados Unidos, pues, utilizaban lo que tenían a mano, a menudo brandy o ron. Hoy en día, suele triunfar el whisky. Pero es posible que el cóctel esté mezclado con diferentes bebidas alcohólicas, dependiendo de dónde se obtenga, dada la naturaleza personalizable del Toddy.
Se sabe que un buen Toddy es capaz de poner en marcha las mañanas, curar los resfriados y servir de horno en una noche gélida. Muchos creen que su primer uso fue como ayuda medicinal. El licor era conocido por adormecer el dolor, mientras que los cítricos y el azúcar (o la miel) podían calmar el dolor de garganta. Si se toma un sorbo de este cóctel caliente y reconfortante, es fácil ver cómo ha resistido la prueba del tiempo. Es cierto que la calefacción central y la medicina moderna pueden ser más eficaces que una bebida caliente, pero no se puede negar el poder vivificante de un Hot Toddy.
Esta receta procede del barman de San Francisco Jacques Bezuidenhout y lleva whisky, agua caliente, azúcar demerara y una cáscara de limón con clavo. Puedes utilizar cualquier tipo de whisky que te guste, y el resultado final será delicioso. Afortunadamente, el Toddy es muy fácil de hacer. Coge tu taza favorita y caliéntala con un poco de agua hirviendo, de forma similar a como se enfría una copa de Martini. Después de uno o dos minutos, tira el agua y prepara tu bebida en la misma taza combinando tu licor con azúcar y más agua caliente. Ya sólo queda echar otro tronco al fuego y disfrutar del cálido abrazo del whisky.
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