¿Es el «síndrome de enajenación de Trump» una condición mental real?

Muchos médicos, comentaristas políticos y miembros del público han especulado sobre la salud mental del presidente Donald Trump. De hecho, más de 70.000 personas que se autoidentifican como «profesionales de la salud mental» han firmado una petición declarando que «Trump está mentalmente enfermo y debe ser destituido.» En términos sociológicos, la «mirada médica» se ha centrado hasta ahora en el presidente Trump, y en menor medida en sus ardientes partidarios.

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Sin embargo, en los últimos meses, muchos han estado cuestionando la dirección de esta «mirada médica». De hecho, cada vez son más los que sugieren que esta «mirada médica» debería invertirse y reenfocarse hacia los opositores más amargados y partidistas del presidente Trump. Algunos incluso han sugerido que estos opositores están experimentando una condición mental específica-una condición que ha sido etiquetada como «Síndrome de Derangement de Trump» (TDS).

¿Qué dice el DSM-5 sobre el «Síndrome de Derangement de Trump»?

Las enfermedades mentales se clasifican oficialmente en un libro denso y seco publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) conocido como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición (DSM-5). Este libro contiene 947 páginas y enumera cientos de trastornos mentales; el TDS no aparece por ningún lado. Del mismo modo, una revisión de las bases de datos académicas como MEDLINE y Google Scholar no revelan ningún artículo académico sobre este supuesto síndrome. Oficialmente, al menos, el TDS no es un trastorno mental real, diagnosticable o tratable.

Dicho esto, los antropólogos médicos y los sociólogos críticos han argumentado convincentemente que el DSM-5 es un documento defectuoso. De hecho, los científicos sociales han reconocido desde hace tiempo que existen numerosas «categorías populares» de trastornos mentales que el público en general considera afecciones reales, aunque no estén reconocidas como tales en el DSM. Estas incluyen categorías como «burnout» o «crisis nerviosa».

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Como tal, la falta de reconocimiento oficial no significa que el TDS no sea una condición mental real.

Entendimiento laico del «Síndrome de Derangement de Trump»

No hay un entendimiento laico compartido del TDS, principalmente porque es una categoría popular en lugar de una categoría profesional. Como tal, actualmente hay mucha especulación de sillón sobre la naturaleza y la existencia del TDS, sin consenso.

El propio nombre sugiere explícitamente un «síndrome», que el Oxford English Dictionary define como «una combinación característica de opiniones, emociones o comportamiento». Varios comentaristas han corrido con esto, proponiendo sugerencias sobre las opiniones, emociones y comportamientos que caracterizan al TDS.

Compartida entre ellos está la noción de que las actividades cotidianas del presidente Trump desencadenan en algunas personas opiniones distorsionadas, emociones extremas y comportamientos histéricos. El conocido escritor Bernard Goldberg da supuestos ejemplos de comportamiento de TDS entre los opositores políticos de Trump, incluyendo desmayos, vómitos, estudiantes que se retiran a «espacios seguros» y otros que exigen «perros de terapia.» El comentarista político Justin Raimondo se centra en las opiniones, el lenguaje y la cognición, escribiendo en el LA Times que «los enfermos hablan un lenguaje distintivo que consiste en la hipérbole un estado constante de histeria … los afligidos pierden el contacto con la realidad.»

Tales formas de reacción altamente emocional podrían ser algo parecido a los desmayos y gritos que caracterizan a la Beatlemanía estadounidense en la década de 1960. Sin embargo, a diferencia de los Beatles, la reacción emocional extrema que supuestamente caracteriza al TDS no se basa en la adoración y la admiración, sino en el miedo y la aversión.

Contrariamente, muchos otros ridiculizan la noción de que el TDS es cualquier cosa menos un término de difamación malicioso utilizado para desacreditar y deslegitimar las críticas al presidente Trump. Por ejemplo, Chris Cillizza de CNN puede hablar por muchos cuando declaró: «La verdad es que TDS no es más que la nomenclatura preferida de los defensores de Trump que ven a los que se oponen a él y a sus políticas como nada más que odio ciego.» Asimismo, Adam Gopnik escribe que «nuestro problema no es el TDS; nuestro problema es el autoengaño trastornado de Trump.»

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En otras palabras, hay opiniones polarizadas sobre la naturaleza, la realidad y la existencia del TDS.

Conclusión

El público en general puede desconocer que los psiquiatras y los científicos sociales dedican un tiempo y una energía considerables a puerta cerrada a reflexionar sobre la existencia y la realidad de las condiciones mentales. Esto ha llevado a la APA a revisar el DSM cinco veces desde 1952, ampliando considerablemente la lista de trastornos mentales oficiales con cada revisión. Hasta donde yo sé, pocos psiquiatras están argumentando actualmente que el DSM-6 debería contener el TDS como un trastorno mental.

Dicho esto, en su definición oficial de trastorno mental, el DSM-5 establece que «un trastorno mental es un síndrome caracterizado por una perturbación clínicamente significativa en la cognición, la regulación de las emociones o el comportamiento de un individuo… los trastornos mentales suelen estar asociados con un malestar significativo en las actividades sociales, ocupacionales u otras actividades importantes.»

Muchos han argumentado que algunas personas se han visto seriamente perturbadas y angustiadas por las políticas, el discurso, el comportamiento y los tweets del presidente Trump, tanto que ha afectado su funcionamiento cognitivo, afectivo y conductual. Estas personas pueden necesitar apoyo de salud mental. Por ello, es necesario seguir investigando las reacciones extremas hacia el presidente Trump, del mismo modo que los investigadores investigan otros fenómenos sociales extremos, como la Beatlemanía o similares. Esto arrojará luz sobre la realidad de esta categoría popular emergente que ha sido etiquetada por muchos como «Síndrome de Derangement de Trump».

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