Los expertos coinciden en que las actividades humanas están dañando el medio ambiente mundial. Desde la Revolución Industrial, la economía mundial ha crecido de forma espectacular. En general, se trata de una historia de éxito, ya que el aumento de los ingresos ha sacado a millones de personas de la pobreza. Pero se ha visto impulsado por el crecimiento de la población y el creciente consumo de recursos naturales.
El aumento de la demanda para satisfacer las necesidades de más de 7.600 millones de personas ha transformado el uso de la tierra y ha generado niveles de contaminación sin precedentes, afectando a la biodiversidad, los bosques, los humedales, las masas de agua, los suelos y la calidad del aire.
Es bastante seguro que los seres humanos están consumiendo más recursos de los que la Tierra puede regenerar. Una estimación actualizada de la velocidad a la que se está produciendo ese consumo sugiere que es más rápida este año que en los últimos 50, según la Red de la Huella Global, con sede en California. Esta organización medioambiental sin ánimo de lucro calcula la llegada anual del Día del Sobregiro de la Tierra: la fecha en que las demandas de la humanidad sobre la naturaleza superan lo que los analistas de la red estiman que la Tierra puede regenerar en todo el año. Este año fijan la fecha en el 29 de julio, la más temprana desde que comenzó el sobregiro ecológico a principios de la década de 1970.
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Como economista ecológico y estudioso de la sostenibilidad, me interesan especialmente las métricas y los indicadores que pueden ayudarnos a entender los usos humanos de los ecosistemas de la Tierra. Medir mejor el impacto de las actividades humanas puede ayudar a identificar formas de sostener tanto el bienestar humano como los recursos naturales.
El Día del Sobregiro de la Tierra es un concepto convincente y ha aumentado la conciencia del creciente impacto de las actividades humanas en el planeta. Por desgracia, la metodología utilizada para calcularlo y la huella ecológica en la que se basa son conceptualmente defectuosas y prácticamente inutilizables en cualquier contexto científico o político. En mi opinión, la huella ecológica no mide en última instancia la sobreexplotación de los recursos naturales, y es muy posible que la subestime.
Demanda creciente, recursos finitos
La Red Mundial de la Huella Ecológica calcula cuándo llegará el Día del Sobregiro de la Tierra basándose en sus Cuentas Nacionales de la Huella. Éstas incluyen amplios conjuntos de datos que la organización utiliza para calcular dos indicadores globales:
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La huella ecológica, quizá la métrica más utilizada para medir el impacto ambiental del uso de los recursos humanos. La huella ecológica de cada país es una estimación de los recursos biológicos necesarios para satisfacer las demandas de consumo de su población y absorber sus emisiones de carbono.
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La biocapacidad nacional, una estimación de la capacidad de los ecosistemas de cada país para producir los recursos naturales consumidos por los seres humanos y absorber los residuos y la contaminación que éstos generan.
Ambos indicadores se expresan en hectáreas globales. Una hectárea equivale a 10.000 metros cuadrados, es decir, a unos 2,47 acres.
Entrar en sobregiro
Para estimar cuándo llegará el Día del Sobregiro de la Tierra, la Red de la Huella Global calcula el número de días de un año determinado en los que la Tierra tiene suficiente biocapacidad para abastecer la huella ecológica total de los humanos.
Cuando la huella del consumo en todo el mundo supera la biocapacidad, los autores afirman que los seres humanos están sobrepasando, o excediendo, la capacidad regenerativa de los ecosistemas de la Tierra. Este año, estiman que los humanos están utilizando los recursos naturales 1,75 veces más rápido de lo que los ecosistemas pueden regenerar – o, dicho de otro modo, consumiendo 1,75 Tierras.
Este año, estiman que los humanos están utilizando los recursos naturales 1.75 veces más rápido de lo que los ecosistemas pueden regenerar – o dicho de otro modo, consumiendo 1,75 Tierras.
Como ejemplo, la huella ecológica del Reino Unido es de 4,4 hectáreas globales por persona, y la biocapacidad global es de 1,63 hectáreas por persona. Por tanto, se necesitarían (4,4 /1,63) 2,7 Tierras si todo el mundo viviera como los británicos.
El día de sobregiro del Reino Unido se estimaría en 365 x (1,63 /4,4) = 135, o el 135º día del año, que es el 17 de mayo según los datos de 2016. Estados Unidos alcanzó el sobregiro incluso antes, el 15 de marzo.
¿Qué hay que contar?
Sin embargo, hay algunos defectos fundamentales y engañosos en estos cálculos. En un documento de 2013, seis autores del mundo académico, The Nature Conservancy y el Breakthrough Institute, con sede en California, analizaron cómo la Huella Ecológica se queda corta. En su opinión, mide principalmente la huella de carbono de los seres humanos, pero no aborda plenamente otros impactos clave.
Para calcular la huella ecológica, la Red Mundial de la Huella estima la oferta y la demanda de recursos biológicos renovables en seis tipos de uso de la tierra: bosques; zonas de pesca; tierras de cultivo; tierras de pastoreo; tierras desarrolladas; y la superficie de bosque necesaria para compensar las emisiones de carbono de los seres humanos, es decir, la huella de carbono. Según el propio análisis de la red, cada uno de estos tipos de uso de la tierra está casi en equilibrio o en superávit, excepto la huella de carbono.
Las dos categorías clave para la producción de alimentos -las tierras de cultivo y los pastos- están definidas de tal manera que nunca pueden ser deficitarias. Y el análisis no refleja las consecuencias medioambientales del uso humano de estas tierras, como la erosión del suelo, la escorrentía de nutrientes o el uso excesivo del agua. Solo mide la superficie terrestre.
Por ejemplo, la huella ecológica de Indonesia es de 1,7 hectáreas globales por persona, entre el 30% más bajo de todos los países. Pero según un estudio de 2014, Indonesia tiene la mayor tasa de deforestación del mundo.
Además, el cálculo de la huella no tiene en cuenta si las existencias de recursos naturales disminuyen o aumentan como consecuencia del consumo humano. Esta cuestión es fundamental para comprender el impacto ecológico.
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Estos cálculos de la huella ecológica nacional también confunden la sostenibilidad con la autosuficiencia. Suponen que cada nación debe producir todos los recursos que consume, aunque a los países les resulte menos caro importar algunos bienes que producirlos en casa.
Como ejemplo, la red incluye a Canadá como un «acreedor ecológico» cuya biocapacidad supera la huella ecológica de su población. Sin embargo, Canadá se encuentra entre los cinco principales países productores de petróleo del mundo, y exporta gran parte de ese petróleo para su consumo en el extranjero. La mayor parte se destina a Estados Unidos, un «deudor ecológico» que consume más recursos de los que produce.
Pensando puramente en términos de «recursos» genéricos, todo el mundo está mejor cuando los países deudores pueden importar recursos de naciones con suministros de sobra. Existen impactos medioambientales reales e importantes asociados a la producción y el consumo de petróleo, pero los cálculos de la red no los tienen en cuenta. Tampoco reflejan el declive del capital natural derivado de la extracción de un recurso no renovable.
Medir la sostenibilidad
La Red de la Huella Global afirma que «no se puede gestionar lo que no se puede medir», pero puede ser imposible crear una métrica única que pueda captar todos los impactos humanos sobre el medio ambiente. El Día del Sobregiro de la Tierra pone de relieve los usos insostenibles de los recursos naturales, pero necesitamos indicadores ecológicos científicamente sólidos que sirvan de base a la política medioambiental, así como una comprensión más amplia de los riesgos ecológicos.
Mejores mediciones de la sostenibilidad deberían reflejar los cambios en nuestros suministros de capital natural, incluir estimaciones de la incertidumbre e incorporar múltiples vías para reducir la huella de carbono. La mejor herramienta para medir el impacto humano en el planeta puede ser un tablero de indicadores ambientales, no una huella.
Este artículo ha sido republicado de The Conversation bajo una licencia Creative Commons.