Emoción
Las caras son esenciales para expresar emociones, consciente o inconscientemente. Un ceño fruncido denota desaprobación; una sonrisa suele significar que alguien está contento. Ser capaz de leer la emoción en la cara de otro es «la base fundamental de la empatía y la capacidad de interpretar las reacciones de una persona y predecir la probabilidad de los comportamientos subsiguientes». Un estudio utilizó el Test de Reconocimiento de Emociones Multimodal para intentar determinar cómo medir las emociones. Esta investigación tenía como objetivo utilizar un dispositivo de medición para lograr lo que la gente hace tan fácilmente todos los días: leer la emoción en una cara.
Los músculos de la cara juegan un papel prominente en la expresión de la emoción, y varían entre los diferentes individuos, dando lugar a una diversidad adicional en la expresión y los rasgos faciales.
Variaciones de los músculos risorio, triangular y cigomático.
Las personas también son relativamente buenas para determinar si una sonrisa es real o falsa. Un estudio reciente examinó a individuos que juzgaban sonrisas forzadas y genuinas. Mientras que los participantes jóvenes y mayores podían distinguir por igual las sonrisas de los jóvenes, los «participantes adultos mayores superaron a los participantes adultos jóvenes a la hora de distinguir entre sonrisas posadas y espontáneas». Esto sugiere que, con la experiencia y la edad, nos volvemos más precisos a la hora de percibir las verdaderas emociones en los distintos grupos de edad.
Percepción y reconocimiento de rostros
Los mecanismos de percepción de rostros del cerebro, como el área facial fusiforme, pueden producir pareidolias faciales como esta famosa formación rocosa de Marte
Los psicólogos de la Gestalt teorizan que un rostro no es simplemente un conjunto de rasgos faciales, sino que es algo significativo en su forma. Esto es coherente con la teoría de la Gestalt de que una imagen se ve en su totalidad, no por sus partes individuales. Según Gary L. Allen, las personas se adaptaron a responder más a las caras durante la evolución como resultado natural de ser una especie social. Allen sugiere que el propósito de reconocer las caras tiene sus raíces en la «atracción entre padres e hijos, un medio rápido y de bajo esfuerzo por el que padres e hijos se forman una representación interna del otro, reduciendo la probabilidad de que el padre o la madre abandone a su descendencia por un fallo de reconocimiento». El trabajo de Allen adopta una perspectiva psicológica que combina las teorías evolutivas con la psicología de la Gestalt.
Perspectiva biológica
Las investigaciones han indicado que ciertas áreas del cerebro responden especialmente bien a las caras. El área facial fusiforme, dentro de la circunvolución fusiforme, se activa con las caras, y se activa de forma diferente para las personas tímidas y las sociales. Un estudio confirmó que «al ver imágenes de extraños, los adultos tímidos mostraban una activación significativamente menor en la circunvolución fusiforme que los adultos sociales». Además, determinadas áreas responden más a una cara que se considera atractiva, como se vio en otro estudio: «La belleza facial evoca una red neuronal ampliamente distribuida que implica circuitos perceptivos, de toma de decisiones y de recompensa. En estos experimentos, la respuesta perceptiva a través de la FFA y la LOC permaneció presente incluso cuando los sujetos no atendían explícitamente a la belleza facial».