Te cuesta controlar tus emociones. La inteligencia emocional es algo más que reconocer y comprender lo que sientes: también implica ser capaz de gestionar tu estado emocional. Puede darse cuenta de que necesita dar un paseo cuando se siente abrumado por la ansiedad, o decidir posponer una conversación difícil con su hijo hasta que se sienta más tranquilo. Si la inteligencia emocional no es tu punto fuerte, puedes ser propenso a perder los nervios o no ser capaz de recuperarte cuando te enfadas. Tal vez se enfade con su pareja y no pueda superarlo incluso después de haber solucionado el problema con ella. Las emociones que no se gestionan de forma eficaz probablemente provocarán problemas en tus relaciones.
Las emociones se interponen en el camino para trabajar de forma productiva en los problemas. Si tienes un nivel bajo de inteligencia emocional, es probable que te sientas fácilmente abrumado por las emociones, lo que interfiere en la resolución de problemas. Es posible que le cueste resolver los problemas con su pareja cuando las emociones son elevadas, o que descubra que sus emociones a menudo se interponen en su trabajo. De una forma u otra, las emociones tienden a hacer que seas menos eficaz a la hora de afrontar situaciones difíciles.
La gente te dice que te falta empatía. La empatía, ser capaz de relacionarse con las emociones de los demás, es uno de los rasgos más importantes para las relaciones. Si te falta inteligencia emocional, es posible que las personas que te conocen bien te hayan dicho que no eres empático. Quizá tú mismo sepas que la empatía no es tu fuerte. Puede que incluso te hayan tachado de «narcisista» las personas que te ven incapaz de adoptar su perspectiva, lo que supone una importante señal de alarma sobre tu nivel de inteligencia emocional.
Ofendes a la gente y no sabes por qué. La falta de empatía suele llevar a ofender a la gente y a no entender qué has hecho para molestarla. Tal vez te hayas dado cuenta de que tus compañeros de trabajo parecen estar enfadados contigo sin «ninguna razón», o te sorprendes cuando tus familiares dicen que les has hecho daño. Un solo incidente puede ser fácil de explicar, pero un patrón de incidentes sugiere que puede ser el momento de examinarse a sí mismo. Parafraseando a un cómico que escuché una vez: «Tú no decides si eres ofensivo». Si recibes comentarios constantes sobre tu falta de empatía o tu tendencia a ofender, no los descartes sin más; puede ser útil tomar en serio las impresiones de los demás sobre ti.