Últimamente, me he centrado en intentar ser menos crítico. Es una resolución complicada, porque es difícil convertirla en resoluciones específicas y manejables para mantenerme en el camino. ¿Qué hago exactamente de forma diferente en mi vida para ser menos crítico? Tengo que cambiar mi forma de pensar.
Uno de mis mantras útiles, sin embargo, es «meterme en mis asuntos». Me recuerdo a mí mismo:
1. Nadie me ha pedido consejo. Excepto en los raros casos en los que la gente me pide específicamente ayuda para limpiar su desorden, criar a sus hijos o decidir su carrera, debería guardarme mis consejos para mí mismo.
2. No conozco toda la historia. Es muy fácil suponer que entiendo una situación y formarme un juicio cuando, en realidad, no entiendo casi nada de lo que está pasando.
3. No me afecta. Una amiga estaba muy alterada por una estupidez de un famoso: estaba muy, muy molesta. Quería decirle: «No conoces a esta persona, ni siquiera la has visto en persona. ¿Por qué te dejas alterar tanto por algo que no te afecta en absoluto?». Y me recuerdo lo mismo.
4. Es un secreto de la edad adulta: Que algo me haga feliz no significa que vaya a hacer feliz a otra persona, y viceversa. A menudo lucho contra el impulso de ser un matón de la felicidad, pero lo que funciona para mí puede no funcionar para otra persona. Me acuerdo del ejemplo negativo de Thoreau: Casi no soporto leer el Walden de Thoreau, porque es tan despectivo con los gustos y valores de los demás. Cuando escribe sobre su propia experiencia y puntos de vista, encuentro su obra muy convincente, pero es muy sentencioso y desprecia cualquier visión diferente de una vida feliz.
5. No cotillees.
6. Estoy en terreno ajeno. Me desconcierta la costumbre de mi suegra de mantener la tostadora desenchufada. ¿Por qué? ¿Por qué mantener la tostadora desenchufada? Cada vez que quiero desafiarla para que defienda su postura de la tostadora desenchufada, me recuerdo a mí misma: «Este es su apartamento y su regla. Desenchufa la tostadora». (Tengo que confesar que normalmente me olvido de desenchufarla, pero me propongo desenchufarla).
7. Encuentra explicaciones en la caridad. Una de mis escritoras favoritas, Flannery O’Connor, escribió en una carta a una amiga: «De los 15 a los 18 años es una edad en la que uno es muy sensible a los pecados de los demás, como sé por recuerdos míos. A esa edad no se busca lo que está oculto. Es un signo de madurez no escandalizarse y tratar de encontrar explicaciones en la caridad»
Como observó el fotógrafo Edward Weston en sus Daybooks, «Se puede pasar toda una vida corrigiendo y mejorando los propios defectos sin preocuparse de los demás»
¿Y tú? ¿Luchas por ocuparte de tus propios asuntos – o cuáles son otras formas de intentar ser menos crítico?
* ¡Mi obsesión con el sentido del olfato sigue creciendo! Me encantó descubrir este sitio, Now Smell This – todo sobre el perfume.
* Si también está buscando un buen libro, por favor, considere El proyecto de la felicidad (no puedo resistirme a mencionarlo: número 1 de los bestsellers del New York Times).
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