6. Siete Calles | 10 a.m.
Las originales Siete Calles de Bilbao, una zona peatonal, consiguen mantener su carácter antiguo e inspirar nuevas ideas. Junto a la catedral gótica de Santiago han surgido mesas de café. Fuera de un bar de la esquina, los hombres lanzan fichas a la boca de una rana de cerámica en un juego vasco de la Rana, mientras las señoras almuerzan en los comedores reconvertidos en la planta baja de antiguos edificios de piedra. Sobre la Plaza Nueva, las mujeres con bata se asoman a las ventanas con persianas blancas mientras las palmeras dan sombra. En la calle Jardines, está La Quesería, una nueva tienda de quesos detrás de un bonito escaparate parisino, iluminado con bombillas Edison.
7. Almuerzo oculto | 1 p.m.
En España, el almuerzo es la gran comida, y en Bilbao no faltan buenos restaurantes. Pero Mina parece un descubrimiento: en un barrio antiguo (Bilbao La Vieja), detrás de una puerta casi oculta, subiendo un tramo de escaleras y en un pequeño y luminoso comedor de azulejos blancos, con un aire escandinavo y una cocina abierta. Allí, el chef y propietario, Álvaro Garrido, elabora menús degustación que le han valido una estrella Michelin. Pida el corto (siete platos, 55 euros), que puede incluir langosta guisada al azafrán con setas diminutas y panceta de cerdo, y conejo del mercado del otro lado del río, y verá por qué el Sr. Garrido está ganando adeptos.
8. La visita imprescindible al museo | 4 p.m.
Podría pasar un día en el Guggenheim, la flor de titanio que surgió de un páramo industrial y provocó la regeneración de esta ciudad en lo que se conoce como el Efecto Bilbao. No importa perderse en el laberinto de acero oxidado de Richard Serra, «La cuestión del tiempo»; le espera un mundo de arte moderno y contemporáneo (como Motherwell, Anish Kapoor, Jenny Holzer). Aproveche la excelente y a menudo divertida audioguía que viene con la entrada. Incluso si, por ejemplo, la niebla como medio escultórico no es lo suyo, podrá observar a la gente como en Times Square.
9. Small Plates | 8 p.m.
Haga como los bilbaínos y vaya de bar en bar, probando pequeños platos a medida que avanza. En una calle residencial, junto a los encantadores Jardines de Albia, donde las mujeres pasean a sus terriers por caminos de ladrillo, el clásico Café Iruña, revestido de azulejos, mantiene las tradiciones, algunas de ellas muy sabrosas. Mire en el comedor con sus murales, y luego vuelva al bar de enfrente para tomar un bocadillo de cordero (pintxo morano) de 2,50 euros hecho a la parrilla. En La Viña del Ensanche, hay mesas en una plaza peatonal frente a un edificio de cristal que contrasta con las grandes fachadas neoclásicas y de Bellas Artes. En el interior, los jóvenes profesionales adinerados eligen entre un surtido de pintxos (pruebe un foie gras marcado y un buen jamón ibérico) y muchos fantásticos vinos españoles.