1.) Duelo y experiencias traumáticas: «La vida es una montaña rusa», como bien dijo Ronan Keating. Y con ella, la vida trae diversos altibajos, como dificultades en las relaciones, problemas financieros o la muerte de un familiar. Algunas personas serán más resistentes a los «bajones» que otras, dependiendo de nuestro tipo de personalidad (Jones y Kaplan, 1975). A veces puede ser difícil identificar un acontecimiento concreto que nos haya hecho sentirnos deprimidos, especialmente si hemos enterrado nuestros sentimientos durante mucho tiempo.
2.) Tener una falta de propósito: Las investigaciones demuestran que centrarse en objetivos significativos puede amortiguar los efectos negativos del estrés y otros agravios. Sin un propósito, nuestras vidas pueden carecer de un poco de estructura. Por ejemplo, las personas que se enfrentan al desempleo tras años de trabajo a tiempo completo suelen decir que se sienten perdidas. Es importante recordar que no tenemos que estar salvando vidas a diario para tener una sensación de propósito. Concéntrese en los objetivos que sean significativos y alcanzables para usted.
3.) ¿Duermes lo suficiente?: Si te sientes irritable o perezoso a diario, no estás durmiendo lo suficiente. John Steinbeck escribió: «Un problema difícil por la noche se resuelve por la mañana después de que el comité del sueño haya trabajado en él». No está del todo equivocado. El sueño es un estado reparador que permite al cuerpo repararse y recargarse para el día siguiente. Los expertos recomiendan que los adultos duerman entre 7 y 9 horas por noche… y seamos sinceros, ¡lo necesitamos!
4.) Una dieta pobre: Las dietas saludables son a menudo vistas como un camino de ladrillos amarillos hacia una imagen corporal deseada, o una vida prolongada. Pero no olvides que tu dieta puede tener un gran impacto en tu estado de ánimo y, posteriormente, en las posibilidades de sufrir una depresión. Ciertos alimentos favorecen el mantenimiento de los niveles de ánimo. Consulta nuestro blog de alimentación de enero para conocer más detalles.
5.) La falta de ejercicio: Las investigaciones nos dicen que si te quedas sentado más de 7 horas al día, aumentas la probabilidad de sufrir una depresión. Si trabajas en una oficina, levántate o sal a caminar cada media hora. No sólo te ayudará a mejorar tu estado de ánimo, sino también tus niveles de productividad. Tampoco descuides tu postura. Los estudios han demostrado que estar encorvado en la silla puede hacer que te sientas aletargado y te pongas de mal humor. Puedes calcular tu tiempo diario sentado aquí.
6.) ¿Estás descuidando la naturaleza? Si te sientes deprimido, es posible que te falte la hormona del sol, la vitamina D. Podemos obtener la vitamina D del sol y de una serie de alimentos como las carnes rojas y los huevos. Se recomienda ampliamente tomar al menos 15 minutos de luz solar natural al día, pero si no puedes salir al exterior, tu médico puede recomendarte que tomes algunos suplementos de vitamina D. Salir al aire libre puede ser extremadamente calmante y un momento de reflexión; también se conoce como «ecoterapia».
7.) Sensación de aislamiento o soledad: Pregúntate: «¿cómo es mi vida social?». Las relaciones pueden ayudarnos en momentos de preocupación o estrés. Permítase un tiempo para estar con sus amigos, su familia o su pareja. Pero recuerda que no se trata de la cantidad de amigos que tengas, sino de la calidad.
Una relación tóxica con un amigo o pareja puede ser mucho más perjudicial que no tener ningún amigo.
Si te has alejado de los amigos de la familia o del colegio, oblígate a empezar un nuevo hobby. Es una forma estupenda de conocer gente nueva que tiene algo en común contigo, y puede ser muy motivador a largo plazo.
8.) Estrés: A menudo no reconocemos los signos de estrés, especialmente si hemos estado estresados durante un largo período de tiempo. Pero si el estrés no se gestiona eficazmente, no sólo puede tener efectos drásticos en nuestro cuerpo, sino también en nuestra salud mental. En primer lugar, identifique qué es lo que le estresa. Después, desarrolla algunas técnicas de relajación para combatirlo. Todos somos diferentes, así que prueba todo hasta que encuentres lo que te funciona, y si es necesario, acude a tu médico de cabecera.
9.) Problemas de salud subyacentes: La salud mental y la física son co-mórbidas, es decir, una afecta directamente a la otra. Algunas enfermedades físicas aumentan nuestras posibilidades de sufrir una depresión, por ejemplo: las discapacidades físicas que limitan nuestra capacidad para socializar, hacer ejercicio o incluso dormir. A veces, otras condiciones de salud mental pueden deprimirnos, especialmente si no nos damos cuenta de que las tenemos en primer lugar.
10.) Autocrítica: Daniel Radcliffe dijo: «Ser autocrítico es bueno; odiarse a sí mismo es destructivo». Preguntarse «¿por qué hice eso?», o «¿cómo podría hacer esto mejor?» puede ayudarnos a mejorar como individuos. Sin embargo, ser autodespectivo, como decir «no soy bueno en nada», puede ser perjudicial para nuestra salud mental. Date un respiro. Sonríete a ti mismo en el espejo o escribe una lista de cosas en las que eres bueno; ¡sólo sé amable contigo mismo!